A media noche tu carne se vuelca a la mía
desvistiéndose sin mordernos las heridas
que tanto daño hicieron, que borraron tantas sonrisas
y volvieron grises tus pasiones y las mías.
A media noche tu voz suda en mi pecho agitado,
mis besos te liberan del posible atavío.
Estas manos dibujan tu nombre encima de la luna.
Pronuncias mi nombre en agua turbia.
A media noche dos cuerpos desnudos
se obligan, se aman, se muerden
más allá de un instinto la sábana destienden
ni una, ni dos veces, gritas, te callas, me amas.
A media noche tu cuerpo tiembla
y buscas mis brazos en medida incierta.
Si es en verdad que lo hicimos con la puerta abierta
o aún sientes al viento gélido midiendo tu espalda.