Entraste en mí, furtivamente, como ladrón,
y, por asalto tomaste las fibras
íntimas de mi corazón.
yo estaba sin deseos,
no tenía pensamientos ni ilusión,
me hallaba cansada de esos juegos...
a los que ponen nombre de amor.
Desprevenida... inadvertida...
sólo vagando por los caminos...
sin rumbo fijo...
reconstruyendo...
No tuve tiempo, me avasallaste,
y, al detenerme por un momento
¡para pensar!...
me habías tomado
¡y no podía volver atrás!
Embarazada...
¡esta vez sí que la había hecho!,
tan sólo un trecho y mi destino
hacía un giro...
Ahora me dices que lo lamentas,
que tú, apenas, te divertías,
que no es en serio...
y yo te entiendo,
pues, descuidada, ¡hacía lo mismo!,
con ligereza: amor y sexo...