Mirándote en tu sueño
yo de pie como si fuese un muro blanco
con la mirada baja
mi pensamiento contigo vuelan.
Duerme mi niño, sueña un mar
en un velero de ensueños
pequeñito hijo, dulce y cariñoso
el paso del tiempo es indeclinable
pasan las duras horas, los otoños lentamente
y un interno destello, me guía
tiempo de podar, de preparar otra vez los parrales.
Por tanto un día de septiembre naciste tu
junto con los duraznos en flor
No obstante tu mi niño, te asemejas
Aromático a nostalgias
Un limonero bello en mis cuatro estaciones
cierro mis ojos sabiendo que el puro sentimiento
es sabia y sangre por mis ramas
es fruto en ti maduro y delicioso.
duerme niño es este cálido otoño en mis manos gastadas
duerme dentro del tronco de mi pecho
pronto despertaras en brote,
saber que estas vivo, que ya pasara la siesta
convencido, de tu existencia,
persuadido con tus suaves manos, tu voz,
adolescente y niño, extrañas los mimos
que en bondad diese como tutor amoroso
vida de mi vida, cárcel de mis suspiros
me diste paz, nuevas esperanzas
pues trajiste a nuestro nido un millón de sueños
mas mi follaje que de a poco se astillaba
le diste curación, y mis ojos que lloraban resinas
tu las curaste hijo, pequeño fiel árbol
de todo mi jardín único
sé que en las memorias seremos imborrables
una unión de almas y nostalgias.
sueña con tu hermana del bosque
la niña de tus juegos que dan la grata compañía
en los momentos cada día
añora el hombre a quien ama en sus soledades
peor aún se extraña, lo que ha partido.
Dormita mi niño en un sueño de paz
así lo dijo el que es dueño de la creación nuestra
los jóvenes también se fatigaran
pero se remontaran como águilas,
¡Oh el cielo que divino ser es mi prole tierna!
No han de alcanzarme las horas, ni todas las estrellas
para dar gracias, por la gracia de Dios
por permitirme se padre, cobijándome en la armonía
en la inagotable energía que un hijo emana.
Darío Ernesto Muñoz Sosa
Autor