En una caja pequeña
de blanca seda forrada
un par de argollas amarillas
dormían acurrucadas
de los fríos años pasados
como muertas encerradas.
Un solitario genio escuchaba
la animada conversación,
te acuerdas con la emoción
que nos fueron colocadas
Dando fé de ese amor.
Recuerdo los paseos
que anduvimos juntas,
él con cara sonriente
ella solo de él pendiente.
Cuantos años de esos
dedos agradecidos,
cuantos sueños fundidos
en nuestros cuerpos presentes,
admiradas por tanta gente.
Y ahora entre sedas desoladas
de una caja cerrada
sin estar nuestros dueños
dormimos juntas el eterno sueño