Nada yo tengo más bello que tu alma,
nada me queda hoy, sólo tu amor,
sólo tu nombre y, tu rojo candor,
y tu cabello; noche ajena en calma
llena de buenas nuevas por tu palma.
Nadie pasó tan bella por sus pasos,
sólo tus zurdos pies a los ocasos.
Son tus manos dos blancos bailarines,
místicos de la flor de mis cofines
tus altos ojos son dos siglos rasos.
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John Morales Arriola.