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DESDE EL MIRADOR
Se me ocurrió subir al tejado como los gatos,
por esas cosas que tiene la vida…
andaba buscando esos besos que se perdieron en el camino,
quizás, algún gigante los pisó
o tal vez, ninguno de ellos existió;
aunque creo guardar alguno en mi bolsillo, ¡sí!
puesto que el sabor de tus labios aún lo mantengo
o no, puede que sea el silencio el que me susurra,
puede ser, ¡ah, ya no sé qué será!
Me ha costado tanto subir a ese mirador,
tanto… y es porque no encuentro el motivo
que impulse mi camino.
Ya las palabras duermen hasta en todos los atajos
y en el taconeo de la gente, nada de ellas se siente.
¿Y los versos? Estos, ya se dibujan muy lejos…
y hasta en otros paisajes los veo, no importa;
tan sólo he divisado una lágrima muy clara,
ella sí ha estado muy clara
y se ha cristalizado en el alero,
ahí, se ha quedado firmemente colgada;
es una estrella la que lloraba.
Dice el poeta, es una estrella que sabe de tristezas,
que anda rodeada de otras y aún así, la soledad no se espanta
y el bullicio de la noche se esconde bajo su sombra.
Acá, la música cumple su fin:
Dibuja tus bocetos por mis calles de abandono…
Cierro los ojos y alcanzo atajar algo, ¡sí!
Es una sonrisa malgastada, el equívoco aroma de tus plazas
y la mirada desaparecida de un sueño: El tuyo y el mío.
…Aún es tarde o quizá muy pronto, tal vez, es un más nunca…
pero me quedo un rato más, arañando el pasado en el desliz de mi pluma…
aún mi padre, el sol, no llega y en la madrugada de mis sueños,
esperaré su sabia presencia.
Hija del Sol
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