Quisiera volver a esas mañanas de abril,
donde todo era soleado,
cuando el campo era poblado…
verde, floreciente y no como hoy desolado.
Volver a desayunar té de limón con leche,
huevos revueltos y platicar de la escuela,
mañanas de lápiz y colores, juegos y carreras.
Oír de nuevo tu voz… diciendo mi nombre.
Despertar con el olor de tu café.
Volver a comer sopa de papas con pollo.
Tu beso, recibiendo mi llegada.
Estar de nuevo viviendo esos momentos,
para tomar cuenta de cada detalle,
de cada olor, sabor y sentimiento.
Guardarlos en una caja de metal
y poderlos cuando quiera contemplar.
Que la mente y la memoria no pierdan registro
que nada se borre, que nada se pueda olvidar.
Tener frascos llenos de tu olor con tu perfume
y disfrazar tu ausencia, con algo de tu esencia.
Tus manos en mi rostro, secando mis lágrimas,
preguntando por mis penas, callando mis sollozos.
Volver, tan solo para una vez más poderte ver…
aunque después… te tenga que perder.
Pero volver…