El cielo de tu voz
acaricia la tarde
y tus ojos llueven sobre mi verso.
A cántaros,
escribo sobre tu piel
las historias del día.
Y ya no duele el dolor
Y ya no cantan mis miedos
la vida no es más que un lunar en tu espalda.
El azul incendia tus cabellos
y dice adiós el rubor.
Ríen tus caderas
al vaivén piroplástico
de mis amnesias.
Copula el ocaso en tu mirada
plena.
Océano de luz
donde vacío la nostalgia.