Darío Ernesto Muñoz Sosa
Las calles infinitas
Entre arenas espesas, mis pies esforzaron el paso
marcha lenta, tortuosa
pausado peregrinar, cada día, cada despertar
en cada noche noctambula
desvelos sin consuelo
yo que siendo un niño
un día me lance al mundo, en mis primeros pasos
desde allí se liberò el ser mío.
De los brazos de la protectora matriz
Mi pequeña madre
el tutor de mis temores y silencios
¡Oh dios!
¿Acaso tu aun me sigues, me guías?
Tu gloria resplandece aun en mi fe
como un relámpago en los extremos continentes
¡Ah mi alma, llena y colmada existe!
Siendo tu Dios mi espejo de metal donde trato de enmendar mi vida
caminos en los que como semilla, mi madre ha sembrado
ancho es esta huella, pues las tentaciones
los desaires, todo en un solo hombre llueven,
la falta de abrazos, como el árbol viejo
poco a poco del cielo, recibe los cuidados.
Carreteras que el hombre trilla
sin diferencias entre las hormigas.
Sin piedad todo a su paso
devastando, cercenando, aniquilando
¡Oh dios de paz, pone fin a tanta tragedia!
Pueblos por tu hijo benditos, hoy sus niños lloran ausencias
¡Oh Palestina he visto tu llanto!
Juntar de a poco tus efectos
sangre escarlata, sin esperanza
Lágrimas marcando surcos en las mejillas
quemando los rostros ,oh tanta tragedia
consternada esta mi alma ,mi espíritu en vuelo bajo rasante
en las calles sin destino final,
en ellas veo angustia en maza
de que sirven los instrumentos de paz
los religiosos, tampoco dan explicaciones de la verdad
de tales genocidios,
y la tierra no tambalea
soportando ríos de vida, ríos de sangre por los caminos maldecidos
miro mis manos , con todas mis ansias,
en mi cuenta regresiva, oh dios trae fin, trae paz
intercede velozmente , antes que sucumban todos los hombres a quitarse la vida, o la guerra misma
por no soportar tanta tragedia,
oh el oriente, hombres por miles sin empleo
deprimidos muriendo en sus intentos, de sobrevivir
abandonando el instinto de sobrevivir
compartiendo aun sus penas de día en día.
Amen, amen, amen.