La historia es de un comerciante
que a su esposa idolatraba,
y ella con tranquilidad,
con otro \"güey\" lo engañaba.
Un un lunes que salía de viaje,
dejó a su amada en la cama,
y en cuanto cerró la puerta,
\"Sancho\" atendía ya a su dama.
Al llegar a la estación,
se acuerda el \"cornudo\" aquél
que había dejado el boleto,
junto al frasco de la miel.
Como todo un caballero,
la llave nunca cargaba
además, no era celoso,
en su vieja él confiaba.
Toca la puerta de casa,
en forma tradicional.
-¡Escóndete como de lanza!
se regresó el tal por cual!.
Se encerró en viejo ropero
él ya se sentía perdido,
no había pa\' donde correr,
si lo encuentra el ofendido.
Abre la puerta la infiel
-¿Que te sucedió Aniceto?
-Con la prisa que llevaba,
se me olvidó mi boleto.
Otra vez a la estación,
aborda en la esquina un carro,
piensa a mitad del camino:
¿Donde dejé mi cigarro?
El cigarro quedó cerca
de donde estaban las camas,
y en menos que se los cuento,
dondequiera salían llamas.
La mujer despavorida,
a la calle sale en \"cueros\"
gritando a todo pulmón:
¡Avísenle a los bomberos!
Prestos llegan como siempre,
y a quien de pronto salvar,
hacia la calle échan cosas,
que se pudieran quemar.
Una voz se oía muy cerca,
su tono era lastimero:
¡Por piedad mis \"tragahumos\"
salven primero al ropero!