Éxtasis
¡Cómo delirios calcinan los lechos,
cómo consumen caricias los cuerpos!
Yo buscar tus eróticos labios
en el éxtasis ¡sí! ¡Oh! insana lujuria
de un mordisco que aliene tus carnes,
de presea que adorne tu lecho,
de lascivia que explore tu pubis;
sutiles caricias mi hoguera sofoquen
entre el miedo y espanto que enerve
a los cuerpos que tiemblen de espasmos,
aquella sí penetración ¡tan profunda!
¡Y profunda!
Que a un mundo de sueños ¡tan húmedos!,
nos guíe la risa sin prisa a tus flujos
en los moteles de vino y de rosas
hacia el grito ceñido entre sombras
que en dulces quejidos y besos
ya el gemido no sea martirio
de dolida expresión de fastidio,
sino,
el más dulce delirio que trence
entre sábanas revueltas en fuego,
entre el triunfo de guerrero que eleve
en frenético gozo las íntimas prendas
de una dama extasiada y colmada,
que mira a su macho erguido ¡triunfante!
en fiel frenesí de dicha pasmada
¡Hembra rendida, vencida, extasiada!
De impúberes prendas melifluas al viento
desnuda, jadeante, ¡la dama vencida!
En un rincón refugiadas esperen
desprenderse de nuevo las prendas jugosas,
en danza exótica, incitante, traviesa,
al placer excitante de humedades convexas;
de un encuentro de cuerpos anexos,
y penetración de cuerpos sin briznas;
metamorfosis final de los cuerpos
en el éxtasis de venia y lascivia,
de dos cuerpos que yazcan asidos
en frontal comunión de los sexos...