Hoy he visto a Cristo caminar las calles
de la muy honorable ciudad de Asunción;
con un niño en brazos y vendiendo chicles,
con los pies descalzos, partido un talón.
Hoy he visto a Cristo, hoy vi a mi Señor,
la cabeza blanca, su cara arrugada,
la espalda encorvada y con un bastón;
recorría comercios, apenas estirada
la mano, temblando, esperando un favor.
Hoy he visto a Cristo en los ojos de un niño,
que con gran trabajo limpiaba los vidrios
a enorme camión...
Pregunto a los hombres: ¿no oyen el grito
que en La Calavera aún pega el Señor...?
Hoy he visto a Cristo caminar las calles
de la muy honorable ciudad de Asunción...
Y siento vergüenza de llamarme Siervo,
Cura, Misionero, Obispo, Pastor...
Tengo miedo, hermanos, miedo al infierno,
¡en lo más profundo de mi corazón!