Sucedes
en la luna que pende del árbol
y en la voz de esta noche, polifónica.
En el viento subversivo
que dibuja tu sombra
y hace terrenal
la revolución de tu sonrisa.
Está tu silueta, azul
en cada curva de esta nostalgia de plata.
Ocurres, linda
en cada universo
de mi respiración
en el reloj inánime junto al Van Gogh
y en estos dedos que tiemblan
absortos
ante esta pinche utopía recurrente
que se vacía como yo,
en este último verso.
La luna ya no pende del árbol
es un letargo de rabia…
y de distancia.