¡Oh subo por tus senos,
en cápsulas de tu dulce ambrosía,
melódica en tus henos,
de donde yo venía,
me nació mi sexual melancolía.
Pasó por la alameda;
muy sensual a la tarde y tan distinta
ataviada en su seda,
fina, a su andar la pinta
sus caderas morenas y su cinta.
Tus ojos son candelas
niñas náyades de los jadeantes
buscando mis espuelas
libidos ya mutantes,
quemandonos en sábanas de amantes.
Oh, reina que locura
de piedad, cuando tu corona te huya
¡Escuchadme criatura!
¿Quién, quién? pues te hizo suya
en coro gregoriano de aleluya.
Prominente remanso
dónde tu ayer heraldo has escondido?
dame un largo descanso
de todo lo vivido
ven, huid pronto al Edén ya prometido.
Sureñita de olivos,
manchame de tus huellas dactilares
en rasgos fugitivos,
camino a tus andares,
en el numen; cantar de los cantares.
Sigues y sigue en rima
golpeando tu espada en sutil ritmo;
vas dando arte de esgrima
al compás del abismo
matemático de tu logaritmo.
Desclava por piedad,
los olmos altos y concupiscentes
llevándose mi edad,
me ha mirado en ausentes
los bordes patológicos de pestes.
Acuestate mujer
ya llegó de mi ayer la madrugada
destellos de mi ser
oriunda y desdeñada
tengo sueño de tus voces, amada.
Olé, olé, olé flamenco,
aguas mediterráneas que extraña,
el camino del cuenco
y el viento de montaña
olé, olé, olé mi amigo venga a España.
Sé que retornarás;
éxodo largo que sólo te afana
sé que tú, así lo harás
más siendo noche sana
no vuelvas; partiré pues yo mañana.
Voy muriendo en tu canto,
paradójicos ecos; tu deleite
mas yo de tanto en tanto
me soltaré el grillete,
para ungirme en mis óleos de aceite.
Hermosa y elegante
de dónde vienes, soy yo tu corsario
en caravela amante
que sin un vil denario
ruega la bendición en tu rosario.
Somos los dos distintos
impares; como la vida y la muerte
soy un hombre de instintos
tú, la mujer por suerte,
la verdad; ¡la mujer es más, más fuerte.
Sería muy glorioso,
que de mis labios santos te saciaras
sería dadivoso,
que tú sólo me amaras
es un pecado si tú me olvidaras.
Derechos Reservados de Autor
John Morales Arriola