Retornas de soslayo con tu fatua altanería,
impregnas mis oídos de insolencia y soberanía;
aunque era de esperar,
que tarde o temprano volverías.
No todas tus intenciones se dejan ver,
mas sé,
que a mis plegarias habrás de responder;
ya que solo así lograré calmar mi ser.
Un nudo inquebrantable atraviesa tu garganta,
pronuncias de forma tan ardua que casi me espanta,
respira, mantén la calma;
tu quebradiza voz de pronto te delata.
Dime porqué te mantuviste fiel a tu cruel postura,
aquella que un día me hizo perder la cordura;
y en un recóndito lugar de mi corazón,
mi amor por ti por siempre perdura.