José Amador

El río

Por mi rostro va corriendo un río caudaloso

Es extraño, pero nunca lo había sentido

Quizá ha estado allí, imagino que dormido

Más hoy ha despertado, poderoso, embravecido

 

No es dulce ni salado, más bien amargo me ha sabido

Y en momentos me arrastra, me ahoga, me deja sin sentido

Con un torrente de agua viva que me inunda hasta el alma

Que golpea, rompe y rasga, que me alivia y me da calma.

 

Es tan grande esta corriente, que hasta un mar va a formar

Donde pescaré serenamente con la paz que Dios me da

Y en sus aguas de amargura indescriptible, con tesón y valentía pescaré

 Y quizá si la suerte me acompaña, una bella sirena encontraré.

 

Si la suerte… ¿¡Cual suerte!?