Te seguiré hasta la muerte decía
cuando besaba con ardor mis labios,
olvidando en su desdén los agravios,
que ya tarde de amor palidecía.
Ansias nuevas mi cuerpo le ofrecía
sembró él en mi boca sus besos sabios
y apartándose de ellos los resabios
y así en mí vi que el dolor fenecía.
Su piel y mi piel juntas eran una
ambrosía que en el amor unidos
lanzamos nuestros ruegos a la luna.
Hoy vagamos en el dolor perdidos,
contando nuestras penas una a una
por el olvido amor, fuimos vencidos