Raúl Daniel

Madre sola, paraguaya

 

Pobrecita, Madrecita,

soltera o separada,

sola y desamparada,

mientras tu patria de hombres

farrea con las guitarras,

entre cañas y cervezas,

whisky o bebidas baratas,

jugando y comiendo asados

hasta que estiran sus panzas.

 

Los hijitos que tuvieron:

ojos negros, piel tostada,

son tus únicos recuerdos

del tiempo de enamorada...

los demás se te perdieron

procurándoles sustento,

que consigues, poco o nada,

trabajando como burra

desde la madrugada.

 

Sucedió que te arrugaste,

un poco cambió tu cuerpo,

no eres más la que antes eras;

él, en lugar de aceptarte,

¡se buscó una \"mujer nueva\"!

 

Pobre paraguayita,

fuiste tan mal informada,

no sabías tus derechos,

tú sólo sabías que amabas,

y por el pan de los chicos

y tenerlos bajo techo,

¡vendiste hasta tu alma!

 

Mujer: tu vida... ¡qué triste!

sola, aún más: ¡desolada!

y en tu ignorancia te diste

por dos o tres empanadas,

mientras él gasta en cervezas

¡hasta su última plata!

 

¡Paraguaya, tú reconstruiste

tu nación que fue arrasada!,

trabajaste duramente,

más de cien años, callada,

en el día: el arado,

y en la noche: procreabas,

compartiendo entre muchas

los cuatro mil que quedaran...

 

Lo padeciste en silencio,

¡qué mal que fuiste pagada!

 

Hoy tus hombres te denigran,

como objeto eres tratada,

como madre te idolatran

¡cuándo estas casi acabada!,

pero todo el tiempo te usan,

trabajando como esclava,

para en la noche ensuciarte

con el alcohol de su baba.

 

¡De sólo cuatro mil padres

se hizo toda esta patria:

¿a quién creen que están jodiendo,

no es a sus propias hermanas?!

 

¡Paraguaya, atiende aquí!:

ya no metas más la pata,

deja de decir así:

-“Pe che memby karia’y

orekótama i chica\"[1],

y enséñale a usar su plata:

que no la tire en las farras...

y de ésa que has hablado:

¡cuidado...

que no vaya a ser tu hija!

 


[1] Guaraní: “Mi hijo adolescente ya va a tener su chica”, (con sentido marital)