Pobrecita, Madrecita,
soltera o separada,
sola y desamparada,
mientras tu patria de hombres
farrea con las guitarras,
entre cañas y cervezas,
whisky o bebidas baratas,
jugando y comiendo asados
hasta que estiran sus panzas.
Los hijitos que tuvieron:
ojos negros, piel tostada,
son tus únicos recuerdos
del tiempo de enamorada...
los demás se te perdieron
procurándoles sustento,
que consigues, poco o nada,
trabajando como burra
desde la madrugada.
Sucedió que te arrugaste,
un poco cambió tu cuerpo,
no eres más la que antes eras;
él, en lugar de aceptarte,
¡se buscó una \"mujer nueva\"!
Pobre paraguayita,
fuiste tan mal informada,
no sabías tus derechos,
tú sólo sabías que amabas,
y por el pan de los chicos
y tenerlos bajo techo,
¡vendiste hasta tu alma!
Mujer: tu vida... ¡qué triste!
sola, aún más: ¡desolada!
y en tu ignorancia te diste
por dos o tres empanadas,
mientras él gasta en cervezas
¡hasta su última plata!
¡Paraguaya, tú reconstruiste
tu nación que fue arrasada!,
trabajaste duramente,
más de cien años, callada,
en el día: el arado,
y en la noche: procreabas,
compartiendo entre muchas
los cuatro mil que quedaran...
Lo padeciste en silencio,
¡qué mal que fuiste pagada!
Hoy tus hombres te denigran,
como objeto eres tratada,
como madre te idolatran
¡cuándo estas casi acabada!,
pero todo el tiempo te usan,
trabajando como esclava,
para en la noche ensuciarte
con el alcohol de su baba.
¡De sólo cuatro mil padres
se hizo toda esta patria:
¿a quién creen que están jodiendo,
no es a sus propias hermanas?!
¡Paraguaya, atiende aquí!:
ya no metas más la pata,
deja de decir así:
-“Pe che memby karia’y
orekótama i chica\"[1],
y enséñale a usar su plata:
que no la tire en las farras...
y de ésa que has hablado:
¡cuidado...
que no vaya a ser tu hija!
[1] Guaraní: “Mi hijo adolescente ya va a tener su chica”, (con sentido marital)