Desnudo, descalzo, sin calor, sin sueños ni promesas, así era mi corazón en el periodo de otoño,
era como un niño, un corazón sin nada por el cual latir, por el cual bombear, por el cual vivir.
Ahora ese corazón está maniático al borde del abismo, preguntándose cuando vendrá la anhelada dulcinea a poner en tela de juicio a este quijote… es invierno, congelado está.
Es hora, al fin prosperan flores en ese corazón casto sin experiencias en el amor, aquel corazón del otoño ahora en primavera empieza a cubrirse de hojas, de besos y juramentos de amor.
Dichoso los ojos de los demás corazones que contemplan al mío, tan rojo que ni la misma soledad puede detenerse a mirarlo ni a tocarlo, es verano, mi corazón es feliz. Pero se acordó de algo, que al finalizar el verano otra vez invade el otoño, y para mal de ese corazón así fue, quedó solo nuevamente, le arrebataron las vestimentas de promesas, besos y de cariño, quedó otra vez desnudo, sin saber cómo prepararse para el nuevo invierno, el más frío que le tocó vivir.
Quién lo diría, aquella soledad que no podía contemplar el fulgor de ese corazón, ahora es su compañía, y lo fue así por muchos períodos de las estaciones de la naturaleza, sufrió, lloró, se desilusionó tal cual lo hace un corazón guerrero al no alcanzar la gloria en batalla.
Y fue así, cuando la soledad dejaba sin color a ese corazón, llegó de nuevo alguien, pero el corazón sabía que no era su dulcinea, porque una dulcinea sólo aparece una vez en la vida y se le ama con locura sólo una vez, pero el corazón de esta mujer también sabía que yo no era su quijote porque también ella había tenido uno, en fin, los detalles para los escribanos.
Mi corazón, ese corazón frío, sin color, se tiñe cada día del color que un día lució ante los demás corazones, es primavera nuevamente. Pero ahora mi corazón es más listo, tiene experiencia, sabe que otra vez llegará el otoño, entonces tiene dos opciones: se entrega por completo y sufre de los cambios estacionales, o sólo deja que termine esta primavera, ese corazón, mi corazón estacional indeciso y con cicatrices, valiente me dice: lo siento mi dueño, se que te puedo causar un mal nuevamente, pero iré con todo a esta nueva batalla… y así fue.