Para que venimos a llorar al panteon
si ayer a ese frío cadaver lo ignoramos
ahora flores, llantos y sermones
ayer, peleas, groserias y sinsabores.
Somos unos hipocritas ante su tumba
lloramos lo que ayer maldecimos
ignoramos al que hoy yace caído
en el feretro que resguarda sus restos.
El ya no nos escucha, ni sonrie o reclama,
es un rostro seco, parco e inneherente,
ya no tiene dolor o duda, no se rie o llora,
es solo un pedazo de carne que se pudre
segundo a segundo, mientras le lloramos,
que diferente hubiera sido si ayer,
en lugar de llorarle, le hubieramos sonreido.