La noche es fría y no traspasa la luz a través del cristal de la ventana… Basta entonces; que seamos tú y yo un dueto de cuerpos desnudos, que el tacto transite llanuras ocultas, que tallen tus dedos mi espalda y que el latir presuroso de dos corazones, se manifieste travieso en un preludio de amores… La noche es un comienzo de sensibilidades donde apremia el gusto y el olfato… Mi perfume va horadando tu sentido y mi piel solo viste de seda… Se vuelven andariegos nuestros besos, errantes buscando su propio destino… Las manos ataduras carceleras y paloma el aliento de nuestros suspiros…. Basta que los pensamientos unánimes se deslicen a ciega, correteen a tienta; por cerros y quebrada, que el roce sea perfecto y conduzca a los sentidos al goce más complejo en un solo ritmo… Basta, que te aferres a mis senos y amamantes tus febriles pensamientos, que dibujes tu pecho en mi cuerpo y enredes tus dedos entre los míos, que acaricies mis cabellos y detengas tu boca en mi vientre e imprimas ahí, tus besos maduros…
La noche en su silencio de vocablos, se cobija bajo el coro de gemidos, palpita el vientre, las palmas y las sienes, todo es vértigo sobre las caderas ardientes…
Somos deseos de pertenecernos, eco de sonidos acuosos, cuerpos ensortijados de ganas, compás pausado y presuroso, respiro de aliento ardiente que emana de nuestras bocas… Somos de esas noches, sin luz…
Andra Neira. Chile, 2014
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