Podemos hablar de justicia
de leyes, de protección
y hasta de auxilio;
y al final, no estaremos
más que vendiendo humo.
En un país donde te detienen
por exceso de velocidad
pero de los sueldos vitalicios
y de la estafa a manos de la corona
no somos capaces de decir nada
o mejor aún: no nos consta.
¿Quién dijo que vivimos
en un Estado aconfesional?
¿Laico?
En absoluto, tenemos una religión
¿y saben cuál es su credo?
\"Quien hace la ley, hace la trampa\".
Vivimos engañados por las mismas manos
que sujetaron el bolígrafo para redactar
ese montón de leyes absurdas.
Y es que es un país de hijos de puta
sin más afán que el de llenarse los bolsillos.
Que de sus bocas emana la palabra \"crisis\"
mientras sus casas ocupan un par de manzanas
de la calle principal del barrio más céntrico y popular;
usted no sabe lo que es la crisis
lo único que le suena de ella es la \"C\"
¿y sabe de qué?
De Corrupción, o de Capullo.
Igual hasta de ambas cosas.
Pero aquí seguimos
testigos mudos de toda esta política de mierda
que empuja a cientos de empresas hacia la banca rota;
a cientos de ancianos hacia la desprotección
y a familias enteras fuera de las casas
a las que dedicaron tiempo y amor.
Renuncien al cargo, abandonen
que un buen capitán señores
es aquel que se hunde con el barco
pero que hace lo posible por mantenerlo a flote.
Y en este barco que es España
llevamos demasiado peso muerto.