Es necesario que el arte sea transformado, que llegue la luz. En medio de la oscuridad se está pudriendo, infectado de tristeza, necedad, vanidad locura insana.
El arte de este siglo gira en torno a la amoralidad, a la rebeldía y la soberbia. Los artistas se han vuelto egoístas, sueltan en vómito la sangre de sus heridas y hieren las mentes corazones y espíritus de quienes beben de sus letras, imágenes, sonidos y movimientos.
No les importan los oídos de quienes los escuchan, ni sus sentimientos, no toman conciencia de la consecuencia espiritual de transmitir tanta enfermedad a otros, no les importa el precio que tengan sus palabras si la paga es de un monto aceptable.
A mi me indignan, me enojan los que mienten a propósito en sus canciones, los que componen veneno musical para venderle a los corazones rotos, los que venden terror a cambio de poder económico.
Yo quiero con toda la fuerza de mi alma que por fin despierten los talentos dormidos y los dormidos con talentos. Estos que conocen la verdad y el camino de la luz verdadera, y dejen de una vez la actitud mediocre del soldado que se acobarda delante de un ejército ya vencido, dejando los prejuicios de la inferioridad en la sepultura con la plena conciencia de que son antorchas que deben ser alzadas a lo mas alto para alumbrar a todas las naciones y hacer que huya la oscuridad, siendo la sal que de sabor al mundo insípido que pisamos con nuestros pies.