Todos tenemos días especiales
en el transcurso
de la vida.
Vivimos días alegres,
y días en los cuales
debemos poner
toda nuestra Fe
para sobrellevar
tristezas que se presentan.
La Fe alimenta
las amarguras que puedan
existir en nuestra alma.
Debo creer...debo confiar,
he de aferrarme
con toda mi creencia religiosa.
Debo aceptar las mentiras,
las traiciones, las enfermedades,
las imprevistas muertes...
que existen, y debo
tomarlas con resignación.
Tengo muchos familiares
y amistades que no están
muy bien de salud.
Oro por ellos,
y también me incluyo
en mi oración.
No puedo evitar pensar
en los seres que amo,
y hacerlos a un lado
en mis sentimientos.
No puedo dejar de pedir,
de rogar, de rezar.
No puedo ser indiferente
ante las dolencias
de los seres que amo.
Debo creer, debo confiar...
A ti te pido Jesús,
por ellos, por nosotros.
También agradecerte
por los seres que se han ido
de este mundo,
para reunirse contigo.
Dales paz a sus deudos...
Debo creer que los que
no están a mi lado,
algún día sensibilizarán
su alma y han de retornar...
Tener amistades cercanas,
y de un día a otro
desaparecen como el humo
de un pucho encendido,
me apena, me entristece...
pero mi alma sobrelleva
ausencias que existen,
y como soy creyente,
acepto, de verdad...
presencias que estaban,
y hoy como el humo,
se esfuman, existiendo
ausencias... las que tomo
con resignación y aceptación...
Debo creer... he de aceptar,
otra no me queda...
solo rezar y confiar...
Una vez más,
todo lo acepto...
Tú, Jesús, con tus enseñanzas
y palabras me llevas
en esta vida,
a veces inexplicables sucesos,
a creer... a confiar,
a seguir amando...
Imagino figuras angeladas
que me dan la espalda,
y que muy lentamente
van girando, girando...
hasta que se enfrentan a mí,
se acercan... y nos fundimos
en un sentido abrazo...
Debo creer...
Tú me enseñas, Jesús...
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 25(11/2013)