Entregué mis zapatos
a la libertad del camino,
así se gastaran todos
recorriendo mi destino.
Iba detrás del amor
una utopía volada
tanto era mi candor,
pensaba que me amaba.
La encontraba enamorada
perfumada como flor
era mi enredadera escalada
sabiendo era su amor.
La primavera soñada
ya que el polén se esparcía
por mi extensa cañada
plantada donde vivía.
Decía que se moría
de verse cortejada
como una gota caía
sobre la laguna aguada.
Mezclarse ella quería
con un afán portentoso
si solo ella sabía
lo que era licencioso.
Los vientos de la otoñada
en sus alas la cogieron
y se quedó callada
del amor que le tuvieron.
Volvió la nada de la nada
raudo volando el viento
se perdió de la cañada
que ahora silvar lo siento.