No me pierdo en el brillo de mi ser. Por el contrario éste se irradia al mundo y con él mi determinación interna para que todos nos sintamos iluminados.
Desperté en una camilla con un tubo en el brazo, el tubo era corto y estaba conectado al brazo de un hombre acostado en otra camilla; pude ver el líquido que salía de mi brazo y se corría hacia el brazo de esa otra persona.
No recordaba haber acudido al centro de donación de sangre, ni tampoco reconocí a la persona de la camilla.
Varias personas estaban de pie en un rincón de la pieza, ellas vestían batas blanca y tenían un estetoscopio alrededor del cuello; otras escribían en unos tableros que colgaban al pié de nuestras camillas.
Pensé entonces que se trataba de un grupo de médicos, los escuchaba en plena discusión, algunos hablaban fuerte y parecían no estar de acuerdo con algo; presté atención a ver si captaba algo de lo que decían:
- Esta chica es muy valiosa para los experimentos con chimpancés, tiene un tipo de sangre rarísimo, lo podemos aprovechar e inyectar a los que siguen - dijo un hombre en imponente tono de voz-.
- ¡Oiga profesor no he logrado la autorización de esta mujer para llevar a cabo el procedimiento! – dijo una joven-.
- ¿ Le hicimos firmar algún documento?- preguntó en tono exigente el profesor-.
- Eso va en contra de las regulaciones sanitarias y de salud y el código ético de la profesión- contestó la joven-.
- ¡Señorita, aquí no estamos para considerar razones éticas sino para investigar y experimentar!- dijo el profesor en forma enfática -
- ¡Profesor tendríamos que aislarla por completo para evitar cualquier riesgo de infección! - intervino otro muchacho del grupo -.
-¡ Luego se hará, luego se hará!- asintió firmemente el profesor-.
- ¿ Entonces qué hacemos con el hombre?- preguntó la joven-.
- Por lo pronto remplacen el tubo que los une por uno más largo; hay que poner distancia entre los dos para que se vayan acostumbrando a la separación y en un par de días ponderaremos la situación para proseguir con la próxima etapa.
La joven médico siguió las instrucciones y reemplazó el tubo por otro más largo.
Así de inmediato sentí el dolor de la separación y se me nublaron los ojos, también miré los ojos del hombre y me pareció ver que él también los tenía húmedos.
Me había puesto nerviosa, tenía la impresión que estábamos en algún laboratorio de experimentos genéticos y que estábamos siendo abducidos como sucede en los experimentos con conejillos de india; esa sensación se incrementó dado que nadie nos había solicitado permiso para que procedieran de esa manera, por lo menos no a mí.
El hombre desde el otro lado me hacía señales como preguntándome que ocurría, pensé igual que tampoco él sabía nada sobre el asunto. La joven notó mi ansiedad y puso su mano en mi hombro para calmarme; murmurando le pregunté:
- ¿Que está pasando, qué pasa que estamos aquí?, ¡No recuerdo en nada haber dado mi permiso para que me saquen sangre¡; ¡ siempre me han preguntado mucho antes de hacerlo! -dije-.
-¡ Cálmese señorita!, - dijo la joven-.
- ¡¿Pero cómo es que me voy a calmar?! , ¡ esto es una invasión a la integridad personal¡, ¡ y de ninguna manera lo voy a permitir ¡: ¡ Llame ahora ese a ese su profesor! -mi actitud era de indignación-
- Por favor no alce la voz, mire que el profesor se va a enojar y me va a castigar- lo dijo en tono sollozante-.
- ¡Déjeme levantar!; ¡voy a hablar con él!...,
Entonces traté de sentarme en la camilla, pero una asistente me impedía levantarme.
-¡ Mire, en la esquina izquierda hay un hombre corpulento, él es un guardia; si usted arma jaleo le amarrarán con fuerza¡- amenazó-.
-¡ Y usted cree que lo voy a permitir!- dije ofuscada-.
-¡ Cállese y escúcheme! -dijo la señorita - dentro de un momento voy a simular inyectarles un sedativo; simulen que estan dormidos y les prometo que saldrán de la sala como si fueran a regresar mañana.
- ¡De acuerdo!- le dije-.
- Ahora tendré que irme y volveré más tarde para ayudarles a escapar; y también estoy totalmente en desacuerdo de la forma que se conducen estos experimentos y por eso los voy a ayudar. Dejaré la ventana sin cerrojo y añadió- lo hago por si a caso me pasa algo y no pueda ayudarlos. Me llamo Sabine -agregó- y voy a ver el muchacho aquél, él se llama Pierre -agregó-, él es francés.
Ya estando ella junto a Pierre él me miraba; - .... tout va bien Pierre laisse toi faire le dije
Salieron todos y se apagaron las luces; solo quedaron prendidas unas lamparillas de noche.
Así me levanté y me dirigí hacia Pierre:
- Tenemos que salir de aquí enseguida- le dije-
- ¿A donde iremos?
- ¡Adonde sea le contesté!, lejos de esta gente que es peligrosa.
- Nos quieren separar.
- No es posible ya que siempre hemos estados unidos.
Entonces Pierre se acercó y me abrazó; yo también me abracé a él al percibí su fuerza interior y su calidez.
Quise que ese momento no acabara; me sentía muy complementada; la fuerza de lo nuestro era muy fuerte.
Ahí habían unas tijeras y un trozo de tubo de plástico sobre la mesa; estaban debajo de la ventana los tomé y Pierre encontró mi bolso y puso todo en su mochila en ese momento escuchamos pasos y gritos en el corredor, abrimos la ventana y nos escapamos.
Caminamos hacia un jardín hasta encontrar el portón que daba a una calle; nos fuimos con las manos enlazadas y pronto llegamos a un puerto.
No había tiempo ni de tomar aliento, nuestros perseguidores se acercaban y sin pensarlo mucho nos tiramos al agua tomados de las manos; nadábamos sumergidos aguantando la respiración sin subir a la superficie; como habíamos cortado un pedazo de tubo de plástico y eso nos sirvió como tubo de respiración inmediatamente después. Pierre entonces me señaló una apertura por una roca y ahí nos metimos, era una especie de cueva con mucha vegetación; ya dentro d la cueva el nivel del agua era bajo y pudimos caminar y respirar libremente sin los tubos.
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Más tarde entramos a otra recámara de la cueva y el lugar se llenó de luz brillante!; las paredes estaban llenas de espectaculares obras de arte y nos asombramos; nos dimos cuenta que no estábamos solos, había algo muy tibio que emanaba de ese ambiente no fácilmente perceptible a la vista; volvimos a llorar y nos abrazamos; fue entonces que la intensidad del ambiente nos hacía sentir una profunda afinidad; la situación era de paz y armonía y una compenetración en todo.
Seguimos caminando por un sendero, como si alguna fuerza nos atrajera y al poco tiempo salimos a una plaza parecida a un mercado; en este lugar transitaban una gran diversidad de seres, algunos de ellos tenían parecido humano; otros vagaban como cuerpos transparentes y otros eran seres diminutos que lucían cabellos largos y brillantes; nos habían rodeado amistosamente y nos dieron la bienvenida. Uno a uno se fueron presentando, nos ofrecieron de beber y comer; cuando se movían parecía que flotaban irradiando una aura de luz y una pareja de ellos nos invito a estar en su casa.
Desde ese momento decidimos dejar que las cosas prosiguieran su curso.
Merche DemBar
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