Joseph Octavius Moral Lope

Misiva sin remitente

Enfrentar todas las noches

la promesa rota de un poema,

rememorar, antes del sueño,

lo que fue el día, una vana

convicción de la existencia,

con la ingenua esperanza, casi

piadosa, de ser inmortal

en la memoria del amor que nos

ha abandonado.

Ser en esa memoria un

sueño neblinoso, sin remitente

y pensar por ello que el mundo

no nos queda, que la noche

que viene parecida a todas

no es de este mundo sino,

probablemente, de uno muy

lejano al que no se pertenece.

La infancia y mis días pocos

que valieron algo se han perdido

muy cerca de la nada;

y yo, que te quiero con un

corazón que ha muerto, no

puedo dejar de sentirme

sin pulso, ni tacto, ni llanto

ni sonrisa, y dejar que todo

pase sin que me toque, las

lluvias, las estaciones, las

despedidas y los rostros

que pasan. Nada me incumbe.