Sonríe la palmera
ante la luna llena.
Profanando silencios,
tus palabras encuentro.
Selvas de concreto
me tienen inquieto.
Sogas y cadenas
almas no doblegan.
Que rompa la cáscara
el pollo que nazca.
La luna se peina
sus rizos de estrellas.
A veces las campanas
repican para nada.
Aunque la muerte la tengamos segura,
no es así para el féretro y sepultura.
El camino con sus dientes de piedra
sonriendo levanta sus polvaredas.
Sin sus alas volar quiso
y lo vieron hecho añicos.
Para florecer es menester
un oportuno reverdecer.
Nido sin huevos,
alas en vuelo.
Solo malos pasos,
andar de borrachos.
Cada longevo
con sus recuerdos.
Poco estorba
lo que sobra.
El arte de la docencia
requiere mucha paciencia.
Liderar equipos
es limar conflictos.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela