Se llama “ñandutí”,
es de finísima urdimbre.
Está tejido en blanco
o en mil colores, talvez.
Pequeña aguja que baila
el ritmo de una guarania
arrastra el hilo inocente
y en telaraña lo da.
Hojas, flores y avecillas,
astros y pensamientos
son diminutos diseños
de la vida y del andar.
En un puñado de ensueños
que acunó la tejedora
hasta nacer primoroso
el hermoso ñandutí.
Tejedora paraguaya
del sutil nativo encaje,
Artesana del encanto,
del regalo y la pasión.
Mujer de artística entraña,
permíteme que te cante.
Soy un hijo de tu pena,
de tu sueño y tu sudor.
Quizás el bello trabajo
de esa niña o esa madre,
Remonte como bandera
de gloria, paz y de amor,
Ñandutí siendo su nombre,
Tejedora la artesana,
y mi canto un homenaje
a la mas bella labor.