Ah, tu piel de porcelana,
alfarería divina acentada en la tierra
del sol naciente.
Me gusta que sabes ser mujer
vistiendo la madures de tu cuerpo
y no ese vestido blanco que recrudece de pena.
Baila tu cabello sobre los montes albinos
que contornean tu cara de mujer de oriente
y esos ojos razgados que asemejan al circonio y al azabache
Qué pasión la que te mueve
y te orilla al rincón mas lejano de la sala
para regresarte después al centro de la misma
donde mis ojos te siguen y mi aliento me deja.