Córdoba, octubre del 2008
Déjame salir por la puerta grande
del bosque que nos anidó,
déjame salir camino al sol
pisando nuestros instantes soñados.
Ayúdame a salir de mis escombros
sin escuchar tus palabras no dichas,
déjame tomar mi equipaje sin saberte.
Todo fue y ya nada podrá ser.
Sobre mis caminos duros
no quiero escuchar rodar tus caricias,
desnudándome cual hojarasca
que cae en el rincón del último sueño.
Dame la libertad merecida
¡Dime que no me amas!...
y podré desnublar mi mirada
musitando una nueva plegaria.