Te estrellaste en mi cara peor que aquel pájaro
que chocó en la ventana del edificio en el cual trabajo
en horario de oficina, de nueve a seis.
¿Estás bien?
Sí
¿Estás bien?
Sí, gracias
Pregunté si estabas bien unas ocho veces más.
Pero no es mi culpa ser así, sentirme así,
es mi mente la que tiene un alzheimer grave,
un trastorno obsesivo compulsivo.
Te amo... no sé por qué lo dije y me asusté.
Di media vuelta, otra media vuelta, sudaba,
miré hacia arriba y hacia abajo,
mordí mis dedos, titubié, era terrible estar ahí
a esa hora frente a ti, con esto en el aire,
el suspenso, una declaración como humo tóxico
en un asensor; seguía sudando...
¡No dije nada! Me defendí.
Te amo...
Te amo te amo te amo te amo te amo
te...
Perdón, no es mi culpa ser así, sentirme así,
es mi mente la que tiene un alzheimer grave,
un trastorno obsesivo compulsivo.