Callado vivió un destino
en senderos de agonía,
le robaron la alegría,
lo amarraron a un sufrir;
subyugaron su camino
con mordazas abatidas,
le plantaron mil espinas
para opacar su vivir.
Fue la victima perfecta
de temores infundados,
sus jardines mutilados
marchitaron su sentir;
fue cual ente aprisionado,
un reflejo envenenado,
un suspiro flagelado,
fue un lamento y un crujir.
Mas un día, cual alondra,
sus alas dejó extendidas,
sobre valles y avenidas
ignorando su dolor,
fue un destino resurgido
con su encanto revivido,
planeando por la vida
superando su temor.
Callado vivió un destino,
bajo nubes, bajo estrellas,
con la soledad acuestas
en prisión de hostilidad,
mas un día, cual alondra,
tras el rastro de sus sueños,
alzó muy alto su vuelo
alcanzando libertad.
Beatríz Vielman S.
Alondra de Guatemala
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