Vicente Martín Martín

La casa y yo

La casa y yo sufrimos

idéntica quietud, somos a un tiempo

espectador y cómico,

galán y figurante,

conservamos intacta la vejez y hemos perdido

las huellas dactilares.

 

Pero ahora sabemos que el precio de vivir son los fantasmas

que nos irán saliendo, que a la larga es muy caro

guardar remordimientos y pensar que es posible comprar felicidad

a trocitos pequeños;

 

la casa y yo

festejamos la fecha de nuestro aniversario

acostándonos juntos,

deseándonos juntos como hermanos

de un feto distraído.

 

En la vida real somos lo mismo que un poema y sus versos

y si yo estoy alegre ella sonríe,

si es ella quien se muere, yo estoy yerto:

no hay ventana ni miedo que no aviven mi rostro

ni hay estancia vacía que no guarde las lunas amarillas de mi infancia.

 

La casa y yo,

los muertos, las traiciones, la nostalgia y el tedio,

los sueños no cumplidos,

pero también la música, las palabras a medias, la longitud enorme de algún beso.