de encontrarte
nunca doblegué
ni dejé de buscarte.
Con fe te buscaba
tras el horizonte azul
porqué allí imaginaba
que estabas tú.
Mi fe era soñarte,
presentir tu existencia…
Y esa fe tan grande,
no perdió vigencia.
Mi fe era una constante,
era el eje donde yo giraba,
eran las ganas de poder hallarte
al abrir mis ojos cada mañana.
Mi fe y tú son lo mismo,
ambas están dentro de mí,
ella fue la clave para saltar el abismo,
la hermosa clave para llegar a ti.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela