Feliz vivía sin sospecha alguna
de esta enfermedad prisionera
vaya inocencia inoportuna
volcando mi vida entera.
Toda mi confianza terminó
cruelmente algo me movió
sus miradas eran esquivantes
amor, ¿quién te ha dado enervantes?
Sigilosa me convertí en leona
cualquier movimiento lo registraba
más cuidadosa que una ladrona
Sherlock Holmes no me superaba.
Empiezas con delirios serios
buscas sin encontrar justificaciones
te ciegas ante los improperios
empiezan fuertes palpitaciones.
La respiración se vuelve agitada
la sangre se agolpa en tu cabeza
la sudoración te hace presa
despídete de la noche espesa.
Haces frente al cruel idilio
agrediendo al causante de tu deliro
que con desfachatado cinismo lo niega
caíste, te ha convertido en fiera.
Ah! ingrato pretenso agresor
en que has convertido tanto candor
no sospechaba que tanta dulzura
se convertiría en furia pura.
Sin vida por meses enteros
tus días y noches son enemigos
mientras el verdugo de tus suspiros
se mantiene distante entre escuderos.
Dicen que es natural cuando amas
que un poquito no hace daño
solo falacias y melodramas
van creciendo por peldaño.
Hasta que un día te detienes
me dije, para antes de que te envenenes
yo no soy celadora de este ingrato
tienes que retroceder de inmediato.
Existe una medicina milagrosa
y curiosamente es el amor
amor a esta persona maravillosa
que indudablemente está en mi interior.
Desde ahora no admito otra cosa
un trato de reina yo espero
si no estás dispuesto caballero
ya habrá quien acepte a esta diosa.