Nazco espontánea
del prisma celestial de tus ojos,
bendecida por el indómito secreto de tu lengua…
Amanece la campana de mis sueños
en el tañido primaveral de tu boca,
que me renueva…
Devoras el encanto sideral de mi esbelta melodía,
y vierten en sangre los bosques azules
de tu silencio,
que afinan los violines de mi alma…
Cabalgas la frontera de mi sombra
y atrevida se desnuda la sensualidad de mi estrella…
Brota el jardín volcánico que captura
la semilla de suspiros,
desplegado en el clamor de mis huesos…
Atrapa y encierra tu espectro salino
la altivez de mi llamado,
que confluye en un íntimo estallido
por tenerte a mi lado…