He pensado y repensado
Y he vivido y he olvidado.
He dormido sin soñar, he reido sin sentir
He caminado sin rumbo y he sufrido por ti.
He escuchado tus palabras, he recordado tus sonrisas
He llorado tus lágrimas y he agonizado en tu agonía.
Ninguna construcción es fácil, mucho menos si se trata de una construcción de dos; de dos pisos, de dos mundos, de dos seres, de dos disturbios. De dos ideas que luchan por llegar primero. De dos egos que se alzan sin mirar al suelo.
Pero... cuando se decide construir (esa contrucción de dos), se plantan bases sólidas, que comienzan por el respeto y la confianza, se forjan paredes de buen material, que no son más sino la comunicación y la afectividad. Por último, si hay buenas bases y buenas paredes, el techo no será otro que el amor. Ése que no llega solo, sino que trae dicha, estabilidad, paz, felicidad...
Pablo de Tarso alguna vez dijo: \"El amor perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo\" 1ªCor 13:7
Yo en algún momento dije que eso era mentira, que no podía ser así. Hoy pienso distinto.
Hoy pienso que esa frase tiene contexto, y que a su vez, ése contexto se reduce en dos palabras: Paciencia y humildad. Paciencia para aceptar que nadie es perfecto y humildad para aceptar que cuando se dice nadie, se incluye a sí mismo.
¿Qué me hace escribir esto? Tú ¿Qué me hace pensar así? El querer construir contigo, el querer esforzarme por dejar a un lado mi ego, proponerte que dejes a un lado el tuyo y que trabajemos como hormigas para construir, no una casa, sino un palacio, nuestro palacio.
Te pido perdón y te pregunto: ¿Aceptas seguir siendo mi novio?
Si dices que sí, seré feliz. Si dices que no, aceptaré con respeto tu decisión.
Te amo y lo quiero todo contigo.
Dedicado a: José A. Peña. El hombre que amo