Junto a mi hermosa bahía
navegué hasta el horizonte,
sin apartarme del monte
donde mi asombro crecía.
La pupila bendecía
el verso azul sin la nube.
Impronta hermosa que tuve
una tarde de verano
desde mi suelo cubano
cuando por el monte anduve.
Cruza la extensa bahía
la silueta de un velero;
desde el puerto hasta el estero
el paisaje es alegría.
Regresé a mis verdes lares
con la sorpresa marcada,
cuando el sol en llamarada
se escondía en los palmares.
Recordaba los lugares
donde con deleite estuve.
Y esa noche me entretuve
dibujando en las pupilas
las aguas que vi tranquilas
cuando por el monte anduve.
Cruza la extensa bahía
la silueta de un velero;
desde el puerto hasta el estero
el paisaje es alegría.