Hablas por encargo del demonio
sin que tu boca pare a respirar,
y ahora del saber que me quisiste,
olvidandome quieres escapar.
Pues que hable, que murmure esa boca
y en las lanzas de la indiferencia,
ejecuten a mis aplomados oidos
que no pondré resistencia.
Llora, si has de llorar,
hazlo en silencio y en soledad,
de no ser capaz de explicarte
porqué me amaste de verdad.
Yo lloro y en mi naufragio,
hasta dudo de mi existir,
pero puedo explicar mil veces
porqué me enamoré de ti.
Mi mundo, ahora mas oscuro
y mis ojos mas rojos,
son la señal de mi agonía
y la razón de mi ahogo.
A veces te veo la calle cruzar
con la sonrisa mañanera,
el traje de noche y sus
girones de adorno en la entretela;
miras hacia los lados para atravesar
la calle ante la multitud,
riéndote de todas las canas
como si eterna fuese tu juventud.
Quisiera desprenderme de ese
veneno, al que la gente
llama amor;
quisiera impregnar a mi alma
y a mis sentidos, con algún antídoto,
para que no se mezcle más
con tu olor.
Pues ya no quiero tus caridades,
ni dos palabras ante un altar,
porque ahora me sobran las almas
que me quieren amar...