Te estás comportando
en una forma muy insólita.
No eres la misma.
¿A qué se debe
tu cambio hacia mí?
¡Lo suponía!
Lo de siempre, lo eterno.
¡Tus celos!
¡Todos equívocos!
De ángel, te estás convirtiendo
en una maligna mujer,
y creo no me lo merezco.
No voy a ofenderte
con mis palabras.
Como tú me has ofendido
a mí, lo has hecho por los dos.
Y la verdad, es que
no tengo deseos
de estar discutiendo ni peleando.
Mi alma se siente cansada
de hechos y situaciones
increíbles e insólitas.
La gente está cada vez más demente.
No quiero llegar a serlo.
La paz que me diste,
me la retiraste súbitamente,
y ahora solo me entregas
sinsabores y amarguras.
No las acepto más.
Exigirte cómo debes comportarte
no es mi deber.
Es tu responsabilidad.
Solo te pido...
que no seas más cruel conmigo.
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 26/02/2014)