Al apartar la sombra del silencio,
consigues sondear los valles azules de mi Luna;
agitar la voz distante del pensamiento
e instalar la nitidez de la pausa que exuda
los pulsos tornasolados de mi alma de estrella…
Tragas el humo del tiempo
con la tersura de tu lengua,
despejando de aromas grises
los salones de mi aliento…
Trepas la silueta del suspiro
y sonrojan las altas montañas…
Me describes el infinito
con la calidez de tu mirada…
Al descubrirme ataviada
de la sublime túnica de tu cuerpo,
una versión cristalina derrama
como suntuoso argumento…