Que el silencio me encuentre gritando,
blasfemias, herejías y anatemas,
que me pille seguro para que no tema,
a la ira de Dios que me viene rondando,
que el amor me sorprenda pregonando,
de él sus cuestiones y dilemas,
que la soledad me ronde como alma en pena
y la tristeza en mi rostro se vaya dibujando.
Que la guerra me enfrente a mí y a mis demonios,
y me estruje el coco en lo absoluto,
pensando sin más, en lo poco que he hecho y he visto
que lo que escribo no cause ni agravios u oprobios,
y haga entender hasta al más bruto
que escribo, luego existo.