El Espejo...
Relajante ámbito de dimensiones...
Abismo de vanidades sinceras...
Y pulcro estigma de luces y colores.
Se hacen notar los días
y pasan junto a ti las horas,
entre destellos y risas,
que armoniosamente invaden un mil de luces
y brillos de dulces arbores.
Ese espejo...
Empañado por ahora,
te dio un día de juventud...Esperanza...
Esperanza...De verte erguida e idolatrada,
de sentirte sincera y venerada...
Por hombres al igual que de algunas faldas.
Tus piernas que al verlas desde abajo llegaban hasta el cielo,
hoy por el son reflejadas, pero con cicatrices del tiempo,
y ríos de venas ya amoratadas...
Tus ojos que envenenaban a la serpiente
e ipnotisaban al alma,
se desfiguran ante el espejo y entre el ocaso de tu cara,
te ves como jamas esperabas.
Nada dura para siempre
y diselo al espejo que nada se le escapa...
Desde volver al enredo de tus ganas,
hasta ver el deseo que hoy propagas...
¡Locura!...
Te produces por la nostalgia que hoy atrás dejas,
por el desnudo que reflejas tan solo al verte a la luz de Luna,
pues no te atreves a fugarte al Sol que ya te considera madura.
Ese cruel espejo...
Ha durado como tu, mil batallas,
cien sonrisas y algunas lágrimas...
Hoy que te ve caer, no se inmuta ni se opaca,
te muestra tan solo la juventud que se ha ido
y de ti ante su reflejo se escapa...
El Espejo...
Sincero y honesto...
Pero jamas retensor del tiempo...
Hoy tu imagen muestra tal cual silueta siniestra,
que algún día pasado...
Pasiónes...Levantara.
Carlos Leobardo Segovia Gutierrez