Amante de la ternura
de tu fuego soy.
El cual se aviva a cada instante.
Al sentir en las pupilas
el dardo de tu pudor.
Devorador de mis aletargados instintos.
Con lenta alegría,
Ese mirar tuyo
cual llamarada de luz del cielo,
en disimulado vuelo,
en el pecho se incrustó.
Encarcelando mis sentimientos,
de los celajes los suspiros,
sin piedad se adueño.
Dejándome huérfano
de emociones.
Al contemplarte,
los deseos acarician el glauco de tus ojos,
se ensortijan en torno
al caos engendrado en el ser.
Un centelleo de anhelos abrasan
con su ardor,
los embrujos que te engalanan.
Alegoría perpetua de los ideales
nacidos de mis sueños.
Sigue siendo el aroma de tu cuerpo
bambam