LA VIRGEN MADURA
Amaso tus senos caídos
mientras mi dedo índice se baña de la frescura de tu entre piernas.
Tus labios inflamados delatan el momento justo para penetrarte, para conocerte,
no sin antes navegar en las anchuras de tus nalgas.
Tu cuerpo entero me sabe a durazno.
Mi Pene bañado en sangre te delata como virgen,
virgen a plenitud, virgen a destiempo, aun virgen.
Una vez que termino te abrazo de espaldas,
acaricio tu cabello, mientras te apegas a mí y te quedas dormida.
Ángel Arvelaez.