No soy más que una rosa, seca y negra de muerte,
que a cada segundo pierde pétalos, uno a uno.
Un juego mortal que de a poco me va dejando sin alma.
No soy más que arena que se escurre en las manos,
arena dorada que tristemente se amontona a cuenta gotas
en la botella del tiempo, dulce lamento que muere de sed.
No soy nada más que nada, y nada es mucho,
nada es todo a veces cuando el vacío ocupa tanto espacio.
O nada es nada, tan volátil como el viento revoltoso,
o como un beso, que entrega despedidas, beso mentiroso…
Y a veces no soy, no estoy, ni tiempo ni lugar,
no encuentro palabras para explicar
que es ser un hueco en el aire, invisible momento
en el que paso despacio caminando por la vida.
No soy más que muchos pedazos de todo,
que forman esta nada misma… que me hacen…
Lemos Maximiliano Daniel.
Todos los derechos reservados