Cada vez que nace un niño en la tierra
(y a cada momento millares lo hacen),
nace una esperanza fiel y verdadera,
Dios proyecta en él su amorosa confianza
hacia nuestra raza.
Cuando una mujer se transforma en madre,
pasa a ser un ángel...
y, a aquellos hombres que asumen su rol,
Dios les da el honor de uno de sus nombres,
y los llama ¡padres!
Si se abre una flor, madura una fruta,
derrite la nieve un templado sol...
si la luna brilla y nos pone románticos,
todo eso es amor... el amor de Dios.
Cuando las doncellas prorrumpen con cánticos,
cuando los poetas elevan su voz,
las estrellas brillan, la brisa acaricia
o la lluvia baña los campos sembrados...
sigamos confiados... todavía es tiempo...
y: ¡siempre es momento de dar nuestro amor!