Uno deja ir amores casi todos días,
los arroja desde la ventana de la vida
a unos con nostalgia
a otros con desdén,
pero los despide.
y los ve despedazarse
en los peñascos del tiempo
Uno deja ir las pieles
y se queda sólo con las huellas
que le quedan a uno en la piel,
que le queman los recuerdos
y le reclaman un relapso en esos amores
Uno deja ir las briznas
que le enredaron la vida
y la humedad de los labios que se van
al final se seca
Uno se dedica a recoger los recuerdos
amontonados en cada estación de la vida
a ver si alguno regresa.