Tengo tiempo de vivir el día,
y de sentir el fresco verdor,
de la pradera de tu cuerpo;
tengo tiempo de sentir
el aroma a rosas destalladas
y de llevar a flor de piel,
el dulce recuerdo,
de tu abrazo imaginado.
Tengo recuerdos en mi frágil memoria,
de unos tiernos labios carmesí,
y de tu suave y tierna piel sobre la mía;
tengo recuerdos sobre mi almohada,
y mil tibios sueños bajo mis sabanas;
tengo el grato placer,
de ver tu amable rostro en cada mañana
y oír tu vívida palabra,
diciéndome…
Amor, muy buenos días.
Tengo la dulce espera,
de un reloj dentro de mi cuerpo,
y con él me siento a observarte
para aprobar lo bello de tu mirada;
tengo tiempo de esperarte,
y de preguntarme cuando llegarías,
más por hoy, vivo del dulce recuerdo,
de sentirte tan cerca…
tan cerca,
como si ya fueras mía.